domingo, 30 de noviembre de 2008

Llorar a chorros, llorar la digestión, llorar el sueño, llorar ante las puertas y los puertos, llorar de amabilidad y de amarillo, abrir las canillas, compuertas del llanto, empaparnos el alma, la camiseta, inundar las veredas y los paseos y salvarnos a nado de nuestro llanto. Asistir a los cursos de antropología llorando, festejar los cumpleaños familiares llorando, atravesar el África llorando. Llorar como un cacui, como un cocodrilo, si es verdad que los cacuis y los cocodrilos no dejan nunca de llorar. Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas, llorarlo por el ombligo, por la boca; llorar de amor, de hastío, de alegría, llorar de flaco, de flacura, llorar improvisando, llorar de memoria. Llorar todo el insomnio, y todo el día.

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